La vista esta nublada, el amanecer solitario en la gran ciudad industrial, todo en silencio a mi alrededor.
Una cortina me separa del paciente de junto, escucho un sonido intermitente, parece que fallece, su nombre es: Esperanza.
Se rompe el silencio, un niño estalla en llanto, el dolor es evidente, un par de enfermeras atiende.
Se asoma el sol por la ventana, uno a uno los pacientes comienzan a levantarse, abren los ojos y recuerdan donde están.
Después de los pacientes se despiertan sus familiares, los cuales postrados sobre sillas, desentumen sus pesados sueños.
Adriana ha fallecido, no hay más que una cama vacía, y con ella se fue la paciencia.
Yo aún no despierto, sigo soñando con ella.
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