18 nov 2009

Nuevas estructuras Familiares


Trabajo presentado en el marco del IV Congreso Internacional Marplatense de Psicología, Argentina, con fecha el 3 de Diciembre del 2009.


“Si la posición se invierte, el orden del mundo se pervierte.” Roudinesco.

Antes de comenzar de lleno este trabajo me gustaría discursar sobre los motivos sociales que me inclinaron a realizarlo. En el año 2007 el Partido Acción Nacional (Actual gobierno federal en México) lanzó una propuesta de Ley denominada “Ley de la Familia” en el estado de Nuevo León, donde sólo se reconocería como familia a toda aquella que estuviera significada como Madre-Padre-Hijos, dejando sin el titulo de lo familiar, a madres solteras, divorciadas, Abuelos viviendo en casa de hijos y demás transformaciones familiares.

A primera vista pareciese que no es más que una iniciativa de denominación social, sin embargo el trasfondo de la “Ley de la Familia” era dejar fuera de toda política pública la filiación de los beneficios sociales. Por ejemplo, no reconocer como familiar a un hijo de Madre Soltera y por consiguiente no tener acceso al Seguro Social Gratuito. Sin embargo fue aún más llamativo para mi, investigar y corroborar que tal “Ley de la Familia” estaba basada en la “Carta a las familias” escrita por Juan Pablo segundo en el año de 1994 en la cual motiva a las familias al amor y al rescate de los valores cristianos, propuestas retomadas por el Partido Acción Nacional para elaborar un instituto llamado, “Observatorio de Familias” para vigilar que todos asuman el compromiso. Aunado a esto, no puedo dejar de lado que socialmente, escribir sobre la familia siempre es para el propio autor un autoanálisis.

¿Qué motiva a los gobiernos la necesidad de restaurar a la familia? ¿Está en el amor y los valores religiosos el destino de la familia? ¿Son acaso las estructuras familiares modernas, síntomas de la Patología Social?
El siguiente trabajo sugiere la reflexión de diversas estructuras familiares a partir de ciertas normas y leyes sociales propuestas por nuestras instituciones públicas en vísperas de normalizar la situación familiar y pensado también como una aproximación al concepto de Perversión no desde la Psicopatología sino desde la trasgresión de las leyes, de la moral, la irreverencia de lo normal, mejor dicho sobre “El decidir sobre el otro cuerpo”.
En la actualidad, encontramos huecos que plantean nuevas formas de subjetivación, nuevas formas de estructuración familiar, razón por la que se abren nuevas perspectivas.

De manera categórica Freud nos deja entrever en “Tres ensayos de una teoría sexual” que cualquier desviación del fin último, es perversión. Partamos pues de este supuesto, transportándolo al plano de lo familiar, pensemos que la Perversión será en la familia, el incumplimiento de las normas y leyes sociales para las que se formaron y principalmente, a la perversión como la unión sin fines de procreación. Cabe destacar que el concepto de Perversión que propongo no tiene relación alguna con los ensayos metapsicológicos de Freud, sino como un imaginario social de nuestra época. Por lo que invito al amable lector a aterrizar su ideal en el imaginario social.
Según Talcott Parsons “La familia norteamericana es un sistema abierto, multilineal y conyugal, estando compuesta por padres e hijos donde la única manera de determinar el apellido es la transmisión en la familia conyugal por medio de la patrilineal.”

En este primer acercamiento al concepto, distingamos un claro de las familias, el apellido. Entendamos por apellido el referente antroponímico u onomástico, las cuales estudian el origen y significado de los nombres propios, incluidos los apellidos.
Los apellidos representan entonces el linaje, o la línea de parentesco que cada persona hereda natamente. Sin embargo a nuestros tiempos, hay diversos grupos “familiares” que atentan con seguir con esta tradición histórica. Dentro de los grupos llamados “Vulnerables”, encontramos también nuevas transmisiones de los apellidos y de nombres, tal es el caso de los Grupos de Pandilleros y las grandes mafias. Para ejemplo contamos con la Mara Salvatrucha en El Salvador, donde a cada iniciado que se incorpora, se le dota de un número que va antecedido de su nombre de pila, ejemplo: “El loco 35”. Así como una de las mafias más conocidas en México, llamada “La Familia” donde se le dota de un nuevo nombre y apellido a los que participan en ella. Podríamos aún retroceder unos cuantos años más, y recordar que la secta de asesinos manipulada por el famoso Charles Manson en los años 60’s era denominada “La Familia” por el vínculo que los unía fervientemente.
¿Es curioso entonces que se propongan nuevos tipos de familia?

Parece claro que la idea romántica de familia como: nicho de valores y de educación, portadora de amor y de paz no lo es más, y al contrario se plantea la unión familiar a partir de los lazos sociales y convenencieros. Y así podemos incorporar distintos escenarios teatrales representativos de la familia tales como: La escuela, los grupos de recreación, las uniones por afinidad, los orfanatos, los grupos deportivos, las uniones no legales, las afiliaciones Psicoanalíticas (Por ejemplo: Juan David Nasio autonombrándose nieto de Freud) etcétera.

Para el partido Acción Nacional y según el capítulo V de la Iniciativa de Ley de la Familia para el estado de Nuevo León, en lo referente a la conciliación de la vida familiar y la vida laboral, se entiende que la familia: “… es el agente fundamental del desarrollo social y económico del estado“, ¿Qué tan cierto es esto?
Nos topamos con la idea de que sin la familia, sin este núcleo inicial, el estado no funciona y no progresa, surge pues una sensación de conveniencia en esta relación, interesante dentro del concepto de comunidad, la familia como unidad de la estabilidad del estado. A propósito de conveniencia, sería interesante a este corto tiempo resaltar que dentro de la familia se juegan situaciones importantes llamadas buenas o malas, sin embargo no olvidemos que para Nietzsche en su Genealogía de la Moral, el concepto de bueno no proviene de bondad, más bien es sinónimo de nobleza, e inclusive se terminará transformando en sinónimo de útil. Entonces avanzando, podremos entender que la familia no solo estabiliza al estado, sino más allá, le es útil, pero ¿Con qué fines? No nos apresuremos a responder esto, ya que habrá que navegar por otros mares un poco mas privados.

Hasta ahora hemos destacado a las filiaciones sociales como aquellas encargadas del roll familiar, y a la transmisión de apellido como herencia sociocultural, será momento pues de pasar a la sexualidad propia de las familias.
Ya en 1994, el Papa Juan Pablo II, resaltaba mediante la “Carta a las familias” (A propósito del año Internacional de la Familia) que: “La familia es una comunidad de personas, para las cuales el propio modo de existir y vivir juntos es la comunión: communio personarum (solo las personas son capaces de existir en comunión)”
Sin embargo, dicha unidad, en vez de ensimismarlos, les dio apertura a una nueva vida, a un nueva creación, a la procreación. Como padres, serán capaces de dar la vida a un ser semejante a ellos, no solamente «hueso de sus huesos y carne de su carne» sino en “imagen y afición”. Seguramente que Juan Pablo II al realizar este escrito, no consideró la alternativa sexual, ni la violencia familiar, ya que hubiera sido aberrante pensar (dentro de la lógica religiosa) que esa carne, esos huesos y esa semejanza pudiesen ser homosexuales ó violentados ó inclusive una motivada por la otra y aún con esto, mantenerse en bienestar espiritual.

Entonces, demos un vuelco al concepto tradicional de la familia y entendamos que el concepto de familia contemporánea según Roudinesco se refiere más bien a la unión de los individuos en busca de relaciones íntimas o expansión sexual donde la autoridad comienza a ser más un problema. Bien, pensemos entonces que el poder vivir en pareja (no solo sexual) es una representación, y que dentro de la ecuación el ser humano es sexual y/o homosexual, por consiguiente, una forma de vida, no solo una sexualidad ni un género, sino que se vive de manera diferente, se abordan los roles, los simbología. Foucault mencionaría que la situación del homosexual no implica necesariamente salir de un closet, sino más bien pensar que nunca ha estado en él, y que ciertamente implica una sensación de vida, no una moda.

La familia es un medio que construye, algo más que lo biológico y autónomo, es darnos de “mamar” mediante “teta” un cierto tipo de vida seduciéndonos a la alienación subjetiva de la psique familiar. Es raro entonces pensar que la mayor parte de los homosexuales no provienen de una familia homosexual sino de una familia heterosexual y en el mejor de los casos, de familias devotas a la religión. Al parecer dicha noción cambia la idea de la unión en familia de los homosexuales. ¿Dónde estuvo el error?

Ya bien sabido es que la sociedad se atormenta no con que los homosexuales se cojan, sino más bien, que se aman e inclusive, que formen familias, familias propensas a la reproducción de la homosexualidad. Pero ¿Qué acaso no es ese el destino de la familia, unirse bajo el afecto?

Por años los homosexuales han sido travestis, se han vestido de mujer o de hombre, se han vestido para ser, pero no han estado, no han sido. El problema de la homosexualidad no eso no hablar de ella, sino más bien no actuar como tales. Ya lo criticaba Foucault en cuanto al Ascesis, donde se proponía el “Ejercicio de uno sobre sí mismo, mediante el cual intenta elaborarse, transformarse y acceder a cierto modo de ser” Foucault se refería con esto, hacia los homosexuales, en búsqueda de la aceptación de sí. Donde el ser gay es un devenir, donde las elecciones sexuales estén presentes y tengan efectos en el conjunto de la vida, donde esto los lleve a un cambio de existencia. No sólo descubrir en sí la verdad de su sexo, sino usar desde ahora, su sexualidad para acceder a una multiplicidad de relaciones. Serían pues los homosexuales el segundo grupo importante de nuevas estructuras familiares, a la espera de ser también al igual que los heterosexuales bien recibidos en la villa del señor.

A estas alturas habría que diferenciar entre el abordaje de la familia desde tres perspectivas importantes: a) como estadística, b) como fenómeno social o c) como patología. Vemos pues, a buen tiempo, que no están tan alejadas ni las unas ni las otras. Aunque por el momento no hayamos atendido a la estadística, donde todos sin excepción pertenecemos.

Debido a que es más fácil identificar la diferencia dentro de la igualdad que dentro de la diferencia, la estadística siempre será una herramienta de poder para el estado. Dentro de lo Sociológico, el concepto familiar estará rodeado de “pastura y follaje” socio-cultural, sin que se pueda nombrar una ley general (debido a la diversidad de culturas, sub culturas, contraculturas, etc.), pero desde lo Patológico la Familia tiene albergue reservado, y será justamente el albergue de la moral el encargado de nombrarla.

Dicha moral surge en la Sociedad como síntoma del descontrol y la verticalidad. Ha sido necesario entonces nombrar a un Padre, encargado de poner orden. Pero tan solo es un padre por palabra. El lugar atribuido al verbo, tiene por efecto, reunir, escindir y controlar. La palabra del padre, al esbozar la ley abstracta del logos y la verdad, solo prolonga el alimento materno, en el cual nos veremos condenados. Así que como en toda buena tríada, tendremos al pueblo ferviente del padre, Al padre en sí y a ese “otro” que lo signifique, que lo incluya.

De ahí, la necesidad de la ley del padre como represora del principio del placer y los conflictos que conllevan la ausencia de tan fuerte imágen. Sin embargo a fecha de hoy si en su casa carece de dicha ley, de un vuelco a la iglesia más cercana y aprópiese de un padre, o mejor aún deje su destino en el gobierno, quien trabaja para nosotros, todos tenemos salvación, al menos en la confesión. Así pues tendremos los mandamientos, los pecados capitales y todo lo que el representante terrenal tenga para saciar nuestros impulsos, tendremos leyes familiares, constituciones políticas y “ujiers” que vigilen nuestro correcto cumplimiento, lo perverso aquí será que, ese padre (celestial o gubernamental) decidirá sobre nosotros y sobre nuestro cuerpo. Justamente no importará la demanda del otro, más bien se preguntará ¿Qué quieren ellos de mí? ¿Qué necesitan de mí? La respuesta será: communio personarum.
¿Cuál es el destino de la familia entonces?

La familia está condenada hoy, no ha extinguirse, sino más bien a transformarse, pasar de ser una zona de confort a un escaparate de ideologías y decisiones personales. Un universo de posibilidades, que nada vale eso, si nos hace sentir más importantes o más miserables, o adjudicarnos un destino familiar y amarrarnos a una historia, o predeterminar nuestras acciones bajo el escudo de la casta. Sí por otra parte totalmente contraria, nos dan una pauta como guía en nuestras vidas sin rumbo, eso dependerá del ánimo del sujeto, o de su inconsciencia.
La familia puede ser una unión espiritual, sexual, social, delictiva, laboral, ó educacional, siempre que en estos grupos se obtenga y deposite eso tan libidinal llamado afecto.

En cuanto a la homosexualidad puede ser y puede convertirse en el lugar de una gran ruptura libidinal en la sociedad. Pueden juntarse y casarse. Serán condenados, pero lo que será desmentido será la representación, la creencia, no el afecto.
Antes ya la familia era impugnada, rechazada, declarada funesta para la expansión del deseo y la libertad sexual. Toda represión familiar provenía de un mandato divino. Hoy no, la postmodernidad en la que nos encontramos nos da entrada a un sinfín de mezclas familiares, hombre-mujer, hombre-hombre, mujer-mujer, mujer-hijos, hombre-hijos, hijos-hijos, hombre-mascota, hombre-dios, hombre- gobierno, entre otros.
Hemos catafixiado al dios único, por diversidades religiosas, por creencias utópicas, por gobiernos paternalistas y por New Age sanadora.
¿Quién normaliza ahora a la familia?
El gran deseo de normatividad siembra siempre el desorden en la sociedad, esto surge como síntoma de una decadencia de los valores sociales, se hacen esfuerzos tanto religiosos (Carta a las Familias, Juan Pablo II), como de la iniciativa privada (día de la familia) como del gobierno (Ley de la Familia) y sin embargo el resultado es siempre el no esperado, burlarse, mofarse y desechar la posibilidad de lo familiar.
De tal modo que las familias en nuestra época han generado un trastorno profundo, uno de cuyos reveladores secretos es el deseo homosexual, convertido en deseo de normatividad. Las instituciones Públicas han sentenciado la posibilidad del desacato hacia la familia “normal” con una negativa a prestaciones de salud, de vivienda y de educación. Pero no podrán amenazar el “phone sex”, “internet sex” la masturbación y demás practicas privadas. Mucho menos pensar en las filiaciones sociales necesarias para el reconocimiento del individuo construyéndose en su sociedad.

La familia estará condenada entonces a la pérdida de los valores, al alejamiento de la religión, a las familias virtuales, sesgadas, a la ruptura de tabús, a la procreación, al control natal, al embarazo de hombres y no solo de mujeres, al incesto, pero más que nada el destino de la familia radica en ser un cúmulo de alternativas sexuales y sociales, a seguir construyendo homosexuales y sujetos dolientes, a acercarnos cada vez más a la normatividad de la diversidad sexual y la amplitud social.

Más sin embargo, qué no nos preocupe si en estas líneas hemos leído el desenlace familiar desde la tragedia, ya con anterioridad Hamlet nos ha informado de lo lúdico que deviene de la tragedia. Propongo pues que pensemos que este trabajo es un preámbulo a la “Novela Familiar del Neurótico Postmoderno”, aquel que postrado en el diván, se preocupa por la violencia familiar, por las vicisitudes de sus relaciones sociales, por su ejercer sexual, así como por su subjetividad ante el compromiso que se le requiere de renunciar a su deseo y complacer al Otro.


Bibliografía

Freud, S. Tres ensayos para una teoría sexual. Edit. Amorrortu, Buenos Aires, 2000.
Foucault, M. Historia de la Sexualidad. La voluntad de saber. Edit. Siglo XXI, co, 2002.
Nietzsche, F. Genealogía de la moral. Grupo Editorial Tomo, México, 2002.
Gerber, D. Palimpsesto: ¿Es posible entrar en la ley?, Erinias: Revista de Psicología Año 1 Numero 1 Pá.45, Puebla, 2004.
Halperin, D. San Foucault Para una hagiografía gay. 1ra edición. Buenos Aires: el cuenco de plata, 2007.
Roudinesco, E. “Nuestro lado oscuro” Una historia de los perversos. Edit. Anagrama, 2008.
Roudinesco, E. “La Familia En Desorden”. Argentina: Fondo De Cultura Económica., 2002.
Berenstein, I. “Familia y enfermedad mental”. Argentina: Editorial Paidós, 2001.
Pablo II, J. “Carta a las Familias”. Vaticano: Gaceta Católica Anual, 1994.
Iniciativa de ley de la familia para el estado de Nuevo León, H. Congreso del estado de Nuevo León, LXXI asignatura, 2007

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