La
consigna de realizar el análisis de la película “El Perfume” suena complicada
desde algunas perspectivas, comenzando con la tremenda dificultad “popular” de
analizar un personaje desubjetivizado, así como encontrar que de dicha película
se tienen también referencias bibliográficas, las cuales difieren de la
cinematográfica, es digno aclarar entonces que lo que se presenta a
continuación es un esbozo del acercamiento del tema de Perversión mediante la
teoría Psicoanalítica y no un análisis de la película ciertamente, convergiendo
pues, dentro del material revisado.
Comenzaremos
con revisar el concepto de Narcisismo ya que engloba diversas circunstancias
dentro del entendimiento del Psicoanálisis. Para Freud la utilización del término es en referencia a
un estadio normal en el desarrollo de la libido, algo contrario a los primeros
conceptos Psiquiátricos quienes ubicaban al Narcisismo dentro del orden de la
Patología. Ya lo menciona Freud en el texto Introducción al Narcisismo: “El
narcisismo, en este sentido, no sería una perversión, sino el complemento
libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación, de la que
justificadamente se atribuye una dosis todo ser vivo”, posterior a esto
encontraríamos la fragmentación del concepto; el narcisismo primario, en el
cual no hay un yo constituido y predomina el autoerotismo y un momento después,
donde las pulsiones sexuales comenzarán
a diferenciarse de ese estado primario, aunque apuntaladas al principio en la
satisfacción de pulsiones yoicas y devendrán entonces las primeras elecciones
de objeto, vemos pues un notorio distanciamiento entre el proceso primario y el
secundario.
Pensemos
entonces que dentro de este concepto resaltan ya la autoconservación y la
necesidad de completitud dentro del sujeto mediante la constitución de su yo así
como el ejercicio de la satisfacción. Llevemos pues este primer avance hacia el
contexto de la película. Pensemos en la conformación del Yo de Jean-Baptiste,
un ser nacido en la pestilencia del mercado informal y ante la renuencia de su madre hacia la vida. Justo
en este instante de muestra de amor/odio maternal que Jean-Baptiste encuentra
en el olfato su persistencia a vivir (bien llamada para el Psicoanálisis
pulsión de autoconservación ó eros) al mismo tiempo que condenaba al
fallecimiento a cualquier ser capaz de mostrarse emotivo ante él (su madre, el
encargado de las pieles, el perfumista, etc.). Comienza así el relato de “la
vida y obra” de Jean Baptiste, quien a
través de la búsqueda del “aroma perfecto” encontraría la máxima satisfacción
de completarse a sí mismo.
Quizás
pensar en la perfección de un aroma no sería explicable sin inducir el término
de libido, o mejor dicho, ¿Sería acaso la carga libidinal de ese primer momento
de vida, de esa negación maternal y de esa pulsión de autoconservación mediante
el olfato, la responsable de la Perversión en Jean Baptiste? ¿Serían adecuados
los rasgos Psicóticos como para comprometernos a una estructura de tal tipo?
Procuraré ahondar en dichas cuestiones considerando los fragmentos de la película como ejemplificativas y secuenciales
y contemplando el presente no como un método diagnóstico sino más bien como un
ensanchamiento de la teoría.
Iniciemos
pensando que el termino narcisismo era en 1909 un estadio intermedio entre el
autoerotismo y el amor de objeto, el cual pareciese que en Jean-Baptiste se
encontraba en plenitud. Pensemos también la capacidad de amor que pudiese haber
experimentado Jean-Baptiste tras el primer rechazo maternal, seguramente en la
lógica Freudiana, estaría entonces vetado de cualquiera relación de objeto
posterior, a menos que cierta relación le representara el completarse. Sin
embargo posterior al nacimiento Jean Baptiste es llevado a un orfanato el cual
dirige Madame Gaillard, donde su
primer contacto con iguales surge al intentar ser asfixiado, los niños son
reprendidos al ser salvado por la Directora del instituto, entonces Jean Baptiste
lanza un llanto como símbolo de sostén a la vida, un llamado ante la ausencia
de quien tendría que cuidarle.
Es
importante aquí mencionar que la noción de pulsión se refiere principalmente a
las nociones más elevadas de la física-materia, sobre la fuerza y atracción. El desarrollo de su infancia se valora
mediante un acto narcisista de la satisfacción de los olores, pareciese que son
justamente estos olores el único contacto con la realidad o más bien su propia
realidad. No sería extraño pensar que después de esta aseveración encontráramos
al Protagonista en una supuesta estructura Psicótica, carente de realidad, pero el pensarlo tal cual, haría tedioso y
aburrido nuestro análisis.
Jean
Baptiste es vendido a un representante de la autoridad, a un groso trabajador
de pieles, grotesco y burdo, quien le enseña lo básico para la sobrevivencia
inclusive considerándolo como tutor. Jean-Baptiste se vuelve tan fuerte como
una bacteria, se convirtió en un ejemplo de docilidad, Grenoville estaba vivo.
A manera de recompensa por su buen trabajo, le es mandado a Paris y es ahí
donde encuentra de nuevo esa satisfacción olfativa, sin preferencias ni
clasificaciones, se da a los olores, al goce, no distingue entre el bien y el
mal, solo disfruta, tal cual un perverso polimorfo, un niño pues.
Su
objetivo es poseer todo cuanto olores el mundo podía ofrecerle, sólo una
condición, que fueran nuevos olores. Comienza
a dejarse guiar por los aromas hasta dar en una reconocida perfumería, donde
por primera vez tiene contacto con “AMOR
Y PSIQUE”, (dado que este ensayo tiene un contexto Psicoanalítico no dejaré
pasar la idea de lo ambiguo de este peculiar nombre: AMOR Y PSIQUE.
Jean-Baptiste se encuentra a mí parecer en una lógica de Narcicismo pre genital,
donde ciertamente el único amor que conoce es el suyo, sin embargo es bien
pensada la idea de que no prolifera estructura alguna, llámese Perversión o
Psicosis y que ciertamente, sólo dentro de la “Psique” se estructura el
onanismo).
Regresando
a la trama, es el turno de hablar de “La chica de las ciruelas”, a quien sigue
penetrado por su olor, ella lo detecta lo huele es el primer instante en el que
él es identificado por alguien mediante el olor, le da un gesto de amor le
ofrece ciruelas y el arremete contra su aroma, en ese momento entiende la
necesidad de poseerlo. Sin embargo el se acerca a centímetros de ella y no es
reconocido por el olor, pareciese que no huele a nada, ella grita despavorida
mientras él la asfixia dándole muerte. ¿Cómo reacciona ante la muerte? se
asusta, sin embargo la desnuda y se prende a disfrutar los olores corporales de
la chica buscando algo en ella recorriendo todos sus lugares queriendo atrapar
la esencia que lo había atraído. Recordemos que dentro del artículo de “Los dos
narcisismos” mediante una intervención de Mannoni, se retoma la idea del narcisismo desde dos instancias, el
primero, al ser cargados los objetos por la líbico, o más bien su imagen y el
segundo, donde lo catectizado es la realidad ontológica del yo, donde puede
cargar algo simétrico a la imagen del yo. Tendremos así dos narcisismos, uno en
el que la libido carga intrapsiquicamente el yo ontológico y el otro donde lo
cargado, es el ideal del yo. Pensemos pues en que este primer momento, “la
chica de las ciruelas”, se instauró como una imagen cargada de afecto, la cual
enfatizó su pérdida del amor. Pensemos pues que ciertamente el enamoramiento
será esa fase superior de la libido de objeto.
No
sabría aseverar a ciencia cierta sí esta
“chica de las ciruelas” haya despertado
en él una satisfacción alterna a la olfativa, vamos si hubiese vestigios de
sexualidad, lo poco que nos deja entrever la película, no hay rasgos del
desarrollo psicosexual propiamente dicho y recordemos que sin esta posibilidad
evolutiva la construcción del yo es empresa difícil. Sin embargo y desde la
perspectiva Lacaniana, el yo va a surgir a partir del otro, quizás pensando al
otro como el objeto fetiche (desde lo imaginario), sin embargo quedaría claro,
el Narcisista elige sus objetos sexuales tomándolos de sus vivencias de
satisfacción, las primeras satisfacciones sexuales auto eróticas son entendidas
a remolque de funciones vitales que sirven a la autoconservación, tal cual “la
esencia” de las personas.
Aquella
noche no pudo dormir, el embriagador poder del olor de la chica de repente le
hizo tener claro porque se aferraba tan tenazmente a la vida, tan salvajemente,
el significado y objetivo de su miserable existencia tenía un alto destino: “aprendería a preservar las fragancias y de
ese modo jamás se perdería de semejante belleza”. Posterior a esto conoce a
Giuseppe Baldini, quién al ser un perfumista en decadencia, y al ver en
Jean-Baptista un don en el olfato, accede a tomarlo por aprendiz. Sin embargo
existe un momento clave de la relación, cuando al reprenderlo le menciona: -No
puedes… porque el talento no significa nada, experiencia con humildad y trabajo
duro lo significa todo.-
Sin
embargo, el objetivo de Baptiste es aprender
como mantener el olor (la esencia) de las personas y de cualquier cosa,
es entonces donde se le comunica que todo perfume incluye: La cabeza, el alma y
la base. Pudiésemos suponer que esta necesidad de contener el olor, la esencia,
es ciertamente el objeto fetiche, aquel capaz de mantener a Jean-Baptiste en su
original realidad, dándole la capacidad de placer desde su muy poca perspectiva
humana. Entendamos que según Kraft-Moll el fetiche se puede concluir en robos,
simples o con violencia, y ¿Qué no acaso el solamente robaba la esencia? Continuando
en la línea del fetichismo y abundando en el texto “Fetichismus”, José Assandri
citando a Freud menciona que ciertamente, existen casos de fetichismo donde el
placer, un placer original surge desde la cuestión olfativa en los pies sucios,
más a diferencia de la expulsión que pretende el fetiche para simplemente
quedarse con la fijación en el pie, Jean-Baptiste renuncia a cualquier objeto
humano para entregarse al olfato en sí. Se postula la idea del fetichismo
entonces como horror a la ausencia del pene en la mujer, sin embargo, ¿Pudo
surgir ante el horror de la presencia de la mujer misma?
Contemplando la idea de que solo el alma
humana es la esencia indicada para su obra maestra, Baldinni le recuerda que se debe dejar que el objeto muera con su esencia
intacta. Jean-Baptiste insiste en experimentar con la destilación de diversos
objetos, hasta que se encuentra con la tormentosa verdad de que no se puede
destilar el olor de los humanos, a consecuencia de esto sufre un desmayo y al
enfrentarse a esta desmentira parece fallecer perdiendo el sentido de la
vida.
Entonces
le es comunicado un nuevo método de apropiación de fragancia, en un lugar
lejano, Grasse. Su nariz lo conduce a la lejanía de los hombres, hacia el polo magnético de la
máxima soledad posible, un lugar en la tierra donde la esencia era casi ausente.
Una cueva donde se toparía consigo mismo. Olvidó planes y obsesiones, solo
soñaba, dormía. Sus sueños eran angustiantes, lo confrontaban con el fracaso de
su realidad, (nadie lo veía, ni lo percibía) había miles de olores en sus
ropas, solo un olor estaba ausente, el suyo, por primera vez en su vida se dio
cuenta que no percibía su propio olor, no existía como sujeto, el yo estaba ausente, pareciese que solo el ello
es quien gobernaba. Simplemente acudiendo una y otra vez a su
memoria olfativa para hacerse el dios de su mundo interior compuesto por todos
los olores que conoce.
Sin embargo sucede la posibilidad de la
omnipotencia, justo como golpe de suerte ante la pérdida del olfato, se da
cuenta que al no ser percibido puede estar siempre presente, sin embargo, en la
búsqueda de las esencias necesarias para completar el aroma perfecto, se topa
con alguien para quien si es predecible, y no solo lo presiente, también en el
mismo acto lo confronta con esa figura de amor, le recuerda a aquella pelirroja
de las ciruelas, duda en actuar, sin embargo y como él lo menciona, tiene que
completar el aroma. Vayamos de nuevo al texto ya citado de Introducción al
Narcisismo donde Freud nos presenta un tercer aporte a propósito de los rasgos
aislados del narcisismo, donde nos promueve la posibilidad de imputarse al
delirio de grandeza, dándole una sobre estimación del poder a sus deseos, una fe
en la virtud ensalmadora de las palabras y una técnica dirigida al mundo
exterior, la “magia”. Bien tenemos a ver que la omnipotencia está claramente
instaurada, sin embargo el detalle de la magia no puede ser explicado más allá
de una pócima itinerante capaz de someter al mundo.
Jean-Baptiste
se encuentra en una lógica de “asesino” (no por algo el nombre original de la
película es “Perfume: Historia de un asesino”), sin embargo mas allá del acto
parricida mantendríamos la idea del narcisismo como actor, debido a que las
parejas que el escogía para matar contaban con la elección según el tipo narcisista:
a lo que un mismo es, a lo que uno mismo fue, a lo que uno querría ser, a la
persona que fue parte del sí mismo. Vaya pues la idea de que cada una de ellas
representaba en Jean-Baptiste la posibilidad de recordarle su esencia, de
recordarle que ya no la poseía y dejar abierta la posibilidad de conseguirla,
como ese yo ideal, capaz de otorgar complitud. Sin embargo es de suma
importancia contemplar en este instante el orden de la ley en Jean-Baptiste, ya
que como menciona Lacan en el Seminario IV: “La ley está completamente
relacionada con la frustración y la pérdida de las figuras maternas, sin
posibilidad de la castración”. La frustración es considerada pues como un conjunto de impresiones reales,
vividas por el sujeto en un periodo del desarrollo en el que su relación con el
objeto real se centra habitualmente en el imago del seno materno5, calificada
de primordial, del cual Jean-Baptiste nunca gozó. Realmente
la búsqueda original en el acto con las mujeres ¿era el falo (pene) hecho
esencia? Respondiéndonos quizás la cuestión en función de que solo al tener la
colecta de esos falos, solo teniendo el aroma perfecto, pudo entregarse al
verdadero amor, al amor maternal y así sucumbir. El aroma, era esa presencia
indicadora de la ausencia, dicha ausencia llamada “vacio”. Entonces el deseo se
engancha de lo imaginario, de la magia por así decirlo. Se me ocurre entonces
pensar en la función del aroma, de la esencia según Jean-Baptiste como la
función del velo en Lacan, donde lo que se encuentra más allá como falta, se
realiza como imagen, quizás no es la esencia en sí, sino el intento de
poseerla.
En el
momento del frenesí popular recuerda ese momento de amor con la chica de las
ciruelas y fantasea con su amor, quizás ahí comenzando a renunciar al autoerotismo,
sin embargo solo en su privada realidad, gesto específico de la Psicosis. Sólo
había una cosa que el perfume no podía hacer, convertir a un hombre en un ser
amado, en un objeto del deseo. “Lo que se ama en el objeto es lo que le falta,
sólo se da lo que no se tiene”.
Los
recuerdos le llevan hacia el lugar donde nació, justo ahí se entrega a lo mas
abyecto de la perversión después del devenir de lo sublime en la horca. Los
indigentes, lo ven, lo reconocen no solo por su olor, sino por su belleza y
luz, se le confunde con un ángel, se vierte el frasco y se deja consumir, ya no es Jean-Baptiste
ahora solo es amor, puro amor.
Referencias
bibliográficas
1.- Freud,
S. (1914). Introducción al Narcisismo, Obras completas de Sigmund Freud,
Editorial Amorrortu.
2.- Assandri, J. (1996). Fetichismus, Litoral No.
32, Buenos Aires, Argentina.
3.-
Lacan, J. (1954). El Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud; “Clase X: Los
dos Narcisismos”, Editorial Paidós, Buenos Aires, argentina.
4.-
Freud, S. (1905). Tres ensayos de una Teoría Sexual, “Sigmund Freud, los textos
fundamentales del Psicoanálisis”, Alianza Editorial. España.
5.-
Lacan, J. (1994). El Seminario 4: La relación de Objeto; “Clase IX: La función
del velo”, Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina.
6.-
Lacan, J. (1994). El seminario 4: La relación de Objeto; “Clase X: La
identificación con el falo”, Editorial Paidós. Buenos Aires, Argentina.
7.-
Lacan, J. (1994). El seminario 4: La relación de Objeto; “El falo y la madre
insaciable”, Editorial Paidós, Buenos
Aires, Argentina.