He tenido la oportunidad de conocer a un joven fotógrafo, uruguayo y residente en Madrid, nuestro encuentro fue, por así llamarlo un accidente de la vida. Se albergó en mi casa por seis días, de un Domingo a Sábado, venía, en palabras de él, a realizar un curso.
Se presentó por su primer nombre y apellido paterno (lo cual es común en Sudamérica) y me dijo, al momento que yo lo observaba, que en repetidas ocasiones le decían que tenía un gran parecido con un famoso Mexicano: -me dicen que me parezco a Mariano Moreno Cantinflas-, vacilé sobre su equivocación y asenté con la cabeza acerca de su parecido, principalmente en la peculiar forma del bigote y barba.
Ese día nos mostró sus trabajos, unas fotografías impresionantes, parecían tener vida, algunas lloraban y otras reían, se ganó mi admiración.
Días después, en una intensa charla caímos en cuenta de nuestra gran afinidad en temas ideológicos, políticos y en la manera de percibir la vida, nada serio al parecer. Yo guardando instantes en mi mente y el fotografiándolos, yo exponiéndolos con letras y el con imágenes.
Otro día lo invitamos a la playa, ahí nos contó sobre sus experiencias en el Líbano y en Vietnam, nos platicó anécdotas en sus trabajos con mujeres inmigrantes y sus vicisitudes, tomó fotos, tomó mate y se "desnudó" un poco, habló sobre su vida personal, su esposa, sus sueños, percibí algunos de sus miedos y supe de muchos de sus logros.
Al día siguiente por la mañana lo vi sentado en una silla, cuasi dormido, me dijo que había pasado la noche encerrado en un elevador junto a seis chilenos (Justo el mismo día del aniversario del rescate de los mineros en Chile) debido a una falla mecánica, escuché con atención hasta que acabó el relato, desaparecí mientras el se reclinó en la sombra hasta quedar dormido.
Fuera de obligaciones le invité un mezcal, le expliqué su procedencia y le advertí de sus efectos, pidió probar todo lo que pudiera sobre la cultura Mexicana y tomó mezcal, -el primero es el más fuerte y para abrir garganta- le dije, demostró la certeza de mi comentario después mientras saboreaba un batido de mayonesa con chipotle y lo embarraba en unas frituras. -Algún día tengo que conocer México, dicen que es hermoso, uno de mis mejores amigos vive allá- confesó.
Al otro día él se fue, nos dimos un abrazo y acordamos alguna fecha, en algún momento para vernos de nuevo, una buena excusa para conocer Madrid, dejamos un pendiente en común, alguna colaboración gráfica , un mate, alguna charla, seguro ningún tema interesante.
Yo lo percibía cansado, más no fastidiado, como cuándo la vida te recuerda que haz logrado un uno a costa de un dos.
Un inmigrante retratando inmigrantes, un extranjero hablando con extranjeros, un fotógrafo somnoliento por el arte, aturdido por la cultura, cansado de los pies, caminante de la tierra, al conocerlo a él, me reconocí de nuevo.
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